La COVID-19 ha provocado un fuerte impacto en el sector pesquero y en la acuicultura, apunta un nuevo informe del organismo de la ONU para la agricultura y la alimentación. La pandemia ha alterado la distribución y el consumo y ha frenado las cadenas de suministro.
Las restricciones provocadas por el confinamiento habrían provocado una disminución del suministro de pescado, el consumo y una caída de los ingresos durante el año pasado, señala el nuevo estudio de la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura que prevé que la producción mundial de la acuicultura disminuya alrededor de un 1,3%, la primera caída registrada por el sector en varios años.
La directora general Adjunta del organismo, Maria Helena Semedo, resumía las causas del descenso al afirmar que «la pandemia ha provocado grandes turbulencias en la pesca y la acuicultura, alternado la producción, interrumpiendo las cadenas de suministro y reduciendo el gasto de los consumidores debido a las diversas medidas de confinamiento».
Semedo añadió que estas disposiciones “han provocado cambios de gran envergadura” y que muchos persistirán a largo plazo.
Aunque los alimentos en sí mismos no causan la transmisión del COVID-19 a los humanos, el informe subraya que todas las fases de la cadena de suministro de la pesca y la acuicultura pueden interrumpirse o detenerse debido a las restricciones que provoca el confinamiento.
En la mayoría de las especies comercializadas se ha producido una disminución de precios interanual y el cierre de restaurantes y hoteles en muchos países también ha provocado una caída en la demanda de productos pesqueros frescos.
«El impacto ha sido significativo en los países en desarrollo, especialmente en aquellos con grandes sectores informales, en los que los trabajadores y las comunidades de ámbito reducido y artesanales dependen de la pesca para su seguridad alimentaria y su sustento. Ellos se han llevado la peor parte de las restricciones«, destacó Semedo.
La COVID-19 provoca cambios en la acuicultura y en los consumidores
El estudio también destaca que la caída de ventas en la acuicultura comportará un aumento de las existencias de peces vivos, que a su vez generan mayores costes de alimentación, así como un mayor número de peces muertos. Igualmente, los sectores con ciclos de producción largos, como el del salmón, no pueden ajustarse rápidamente a los cambios de la demanda.
También se espera una ligera disminución en el número de capturas mundiales en alta mar debido a las restricciones impuestas a las tripulaciones de los buques pesqueros por la COVID-19 y a las malas perspectivas comerciales
La aparición del coronavirus ha provocado un cambio en las preferencias de los consumidores que ahora buscan abastecerse de alimentos no perecederos y consumen menos pescado fresco y más productos congelados y envasados.
El coronavirus frena en seco el crecimiento al alza del sector
Antes de la llegada de la pandemia, el sector tenía una tendencia general al alza. En 2018, los niveles de producción mundial de pesca y acuicultura (excluyendo las plantas acuáticas) alcanzaron un récord histórico de casi 179 millones de toneladas.
La pesca de captura, con 96,4 millones de toneladas, representó un 54% del total, mientras que la acuicultura, con 82,1 millones de toneladas, representó el 46%. Además, durante las últimas décadas el consumo de pescado creció de forma significativa alcanzando una media de más de 20 kilos por persona.
La FAO ha solicitado la máxima reducción posible de las medidas de restricción fronteriza en el comercio de alimentos en aras de la seguridad alimentaria. El informe pide a las organizaciones sectoriales y regionales trabajar juntas en la gestión de la pesca y la acuicultura durante la pandemia, implementando medidas que apoyen la protección de empleo y garanticen una rápida recuperación del sector sin perjudicar su viabilidad.
Al mismo tiempo, también debe considerarse el impacto que provoca la COVID-19 en las mujeres, de por sí vulnerables como productoras, procesadoras y vendedoras de alimentos, considerando la posibilidad de que reciban apoyo gubernamental a lo largo de toda la cadena de producción.
La Organización considera que la situación actual propicia unas perspectivas de “incertidumbre” en los sectores de la pesca y la acuicultura, especialmente en lo que respecta a la duración y la gravedad de la pandemia.
El informe, titulado El impacto de la COVID-19 en los sistemas alimentarios de la pesca y la acuicultura, se presentó este martes durante la 34ª sesión del Comité de Pesca (COFI) que sesiona del 1 al 5 de febrero en Roma, sede de la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura.