Conferencia de Javier González de Lara en el foro Diálogos Loyola
El presidente de la CEA, Javier González de Lara, ha sido hoy el protagonista de una nueva edición del foro Diálogos Loyola, en un acto que se ha celebrado en el campus de Sevilla-Palmas Altas de la Universidad Loyola Andalucía. En esta nueva cita de Diálogos Loyola, González de Lara ha pronunciado una conferencia sobre La gestión empresarial basada en valores, en la que ha manifestado la necesidad de recuperar la confianza y la credibilidad para impulsar el crecimiento y el desarrollo económico y social, en un entorno libre de obstáculos administrativos y siempre con la base del componente moral.
La presentación del conferenciante fue llevada a cabo por Gabriel Pérez Alcalá, rector de la Universidad Loyola Andalucía, y también intervino Rafael Herrador, director territorial de la Caixa en Andalucía Occidental. Diálogos de la Loyola es una iniciativa promovida por la Universidad Loyola Andalucía, con la colaboración de Caixa Empresa de la Caixa, que pretende ser un referente para la reflexión y el análisis de la actualidad en el campo empresarial, político, religioso y social, con el objetivo de servir a la sociedad mediante el fomento del conocimiento y el diálogo con sus protagonistas a través de un ciclo permanente de conferencias.
Por su parte, el presidente de la CEA, en su llamada a la recuperación de la confianza empresarial, señaló que la reactivación económica se logra recuperando la credibilidad, la confianza y la capacidad de inversión por los empresarios, impulsando fórmulas de cooperación público-privadas que generen un nuevo espacio de crecimiento y desarrollo. Y que la palabra clave para esa deseada recuperación es: productividad.
Asimismo, dijo que para conseguir tales objetivos es imprescindible un entorno sin obstáculos administrativos. Es necesario afrontar un proceso de desregulación añadió-, que no tiene por qué afectar a los derechos, sino a los procedimientos. En función del deber ser, hemos llegado a la imposibilidad del propio ser.
Cualquier empresario es consciente del riesgo que corre al impulsar una actividad señaló el presidente de la CEA-, asumiendo incluso la difícil coyuntura socioeconómica que padecemos. Sin embargo, los poderes públicos deben garantizar la estabilidad en el tiempo del marco legal, generando seguridad jurídica y promoviendo un entorno adecuado al interés general.
Simplificar la administración
Gonzalez de Lara explicó que estar de acuerdo con poner en marcha las necesarias transformaciones que necesita nuestro país, contempladas en el útil Programa Nacional de Reformas, no debe representar licencia absoluta para potenciar la maraña administrativa y el galimatías legislativo que en general soportamos. Más que incrementar sin límites las leyes, se trataría de simplificarlas, aplicarlas debidamente y por supuesto, hacerlas cumplir.
El presidente de la CEA recordó que España abandonó hace tiempo la lista de 50 países con más libertad económica, por ¡excesivo número de leyes! La profusión de regulaciones burocráticas, comerciales y laborales junto con el tamaño global de las Administraciones, pesaron en el retroceso. Ciertamente, parece una quimera para cualquier empresa, cumplir escrupulosamente con todas las normas que en los diferentes ámbitos les acechan: políticas, económicas, financieras, fiscales, laborales, administrativas, medioambientales, entre otras muchas.
González de Lara destacó que una cosa es crear y otra cosa, bien distinta, es abrir. A pesar de las reformas, España está aún en el puesto 142 del mundo en esta materia. De hecho, se tarda de media 28 días para iniciar una actividad empresarial y se tienen que realizar al menos 10 procedimientos administrativos.
En este sentido, recordó que no hemos aún logrado alcanzar la necesaria simplificación de las exigencias del sector público, siempre desconfiado con el contribuyente y afiliado al concepto rancio del requerimiento permanente. Seguimos abonados a la ancestral burocracia que tanto atenaza nuestro funcionamiento como Estado moderno. Lo anterior es consecuencia de un problema de sobredimensión regulatoria y administrativa.
Tal y como enfatiza el Banco Mundial, es fundamental el papel de las instituciones como garantes de un ordenamiento que fomente la creación de empresas y por ende, de riqueza. Si la mejora de la competitividad de una economía se ha de sustentar en varios pilares, una adecuada desregulación, es uno de ellos. Una sociedad moderna y dinámica requiere unas instituciones capaces de desarrollar un sistema legal y administrativo que promueva la competencia y minimice la carga sobre las empresas que la soportan. Ojalá que la recién promulgada Ley de Garantía de Unidad de Mercado, incida favorablemente en este sentido. Enorme tarea por delante, le auguro.
El componente moral: el bien común
En su conferencia sobre La gestión empresarial basada en valores, el presidente de la CEA explicó que tanto empresas, como personas, tenemos que tener como objetivo el bien común, porque a través del bien colectivo se consiguen los objetivos económicos y sociales de todos. Y todos tenemos que trabajar por ese bien general, unos creando empleo y otros a través de su acción personal en el día a día.
González de Lara dijo también que las organizaciones empresariales están empeñadas en todo ello, a través de una visión ética de la economía, asumiendo los modelos de trasparencia, fomentando la denominada responsabilidad social y, en general, contribuyendo con nuestra actividad al desarrollo económico. Ya lo he afirmado en otras ocasiones: Sin ética no hay éxito económico, ni hay éxito empresarial.
El presidente de la CEA reivindicó el trabajo como fuente de dignidad personal, y rechazó a aquella minoría que, aun queriéndose llamar empresarios, como consecuencia de su falta de moral, atentan contra la dignidad inviolable del ser humano, imponiendo condiciones laborales poco equilibradas y justas.
Recordó, además, que hoy a los empresarios se nos exige una aún mayor transparencia en nuestro día a día, un mayor compromiso público, un mayor grado de prácticas responsables en el ámbito económico y social, gestionar de forma más adecuada los recursos humanos, una mayor preocupación por la salud y seguridad en el trabajo, respeto al medio ambiente, es decir: elevados niveles éticos de actuación.
En este sentido, afirmó que la inmensa mayoría seguimos comprometidos con el principal elemento de progreso, que es el factor moral y añadió que los empresarios debemos creer en un modelo más solidario, más abierto, más colaborativo, en el que caben perfectamente el desarrollo personal, el desarrollo empresarial y el desarrollo social. En este último se encuadra el ejercicio de la Responsabilidad Social que tantas empresas andaluzas vienen llevando a cabo, devolviendo a la sociedad parte de los que de ella reciben.
Y el presidente de la CEA concluyo: La crisis nos ha enseñado entre otras muchas cosas, que hay que recuperar con urgencia y con firmeza, el componente moral. De nosotros depende.