Aunque la evidencia ha demostrado que no hay relación entre la operación regular de las escuelas y la transmisión comunitaria del coronavirus, unos 90 millones de niños resultaron afectados con el nuevo cierre de los centros escolares en distintos países. Los gobiernos deben tomar todas las medidas sanitarias necesarias paraal aprendizaje y bienestar de los estudiantes, dice el organismo de la ONU para la infancia.
La nueva ola de contagios de coronavirus en el mundo ha provocado nuevos cierres escolares en varios países, además de que hay otros que no han vuelto a abrir desde la aparición de la pandemia en sus territorios.
Según datos de la ONU, las aulas de cerca del 20% de los estudiantes del mundo están cerradas a 1 de diciembre, lo que significa un aumento de 90 millones de niños sin poder acudir a la escuela en tan sólo un mes para sumar un total de 320 millones. Los cierres de los centros escolares se habían reducido considerablemente en octubre.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) alertó este lunes del efecto pernicioso de esos cierres en el proceso de aprendizaje, así como en el bienestar de los niños.
Dirección equivocada
“Pese a todo lo que hemos aprendido sobre el COVID-19, el papel de las escuelas en la transmisión comunitaria y las medidas que podemos tomar para mantener a los niños seguros en la escuela, nos estamos moviendo con mucha rapidez en la dirección equivocada ”, dijo Robert Jenkins, jefe de Educación de UNICEF.
Frente a esta situación, el Fondo para la Infancia conminó a los gobiernos a dar prioridad a la reapertura de las escuelas mediante la aplicación de todas medidas sanitarias necesarias para que las aulas sean lo más seguras que se pueda y evitar así el cierre de escuelas en todo el país.
Jenkins recordó que las pruebas han demostrado que las escuelas no son los principales puntos de propagación de la pandemia y expresó alarma por la tendencia de los gobiernos a cerrar una vez más las escuelas como un primer recurso aunque esa medida debería aplicarse como último recurso.
“En algunos casos, los cierres son nacionales en vez de localizados y los niños continúan sufriendo los impactos devastadores que esto tiene en su aprendizaje, bienestar mental y físico y su seguridad”, recalcó Jenkins.
Pese a todo lo que hemos aprendido, nos movemos con rapidez en la dirección errada.
Además de educar, muchas escuelas representan alimento y seguridad para los niños más marginados y vulnerables. Los cierres escolares pueden implicar que muchos de estos pequeños abandonen para siempre sus estudios.
Medidas insuficientes
UNICEF consideró que los países se han quedado cortos a la hora de implementar provisiones para que las escuelas estén a salvo del COVID-19 a pesar de que millones de niños han estado fuera de las aulas desde hace más de nueve meses. Esto, añadió, ha dado como resultado el cierre innecesario de los centros escolares.
De acuerdo con un análisis reciente de los datos de 191 países, no hay relación entre la operación regular de las escuelas y las tasas de transmisión comunitaria
Para UNICEF, los planes de reapertura de escuelas deben incluir la ampliación del acceso a la educación, incluido el aprendizaje a distancia, sobre todo para los grupos marginados.
Asimismo, indicó que los sistemas educativos deben adaptarse para resistir crisis futuras.
Jenkins sostuvo en que la experiencia durante la pandemia ha dejado claro que los beneficios de mantener las escuelas abiertas superan con creces los costos de cerrarlas e insistió en que deben evitarse a toda costa los cierres nacionales.
Con el objetivo de orientar a las autoridades nacionales y locales en sus decisiones con respecto a los centros escolares, UNICEF en conjunto con otros organismos de las Naciones Unidas elaboró en abril pasado el Marco para la reapertura de las escuelas, que brinda consejos prácticos y directrices en materia de reforma de políticas, requisitos de financiamiento, operaciones seguras, bienestar y protección.