La inteligencia artificial está presente en la medicina para los ancianos, un campo en el que su potencial es enorme. Pero si no se regula, puede perpetuar la discriminación por edad y socavar la atención que se da a este colectivo, advierte la agencia sanitaria mundial, que presenta una serie de políticas para minimizar esos riesgos.
El potencial de la inteligencia artificial en el campo de la medicina para las personas mayores es incalculable, ya que no sólo puede ayudar a mejorar su salud, sino que puede tener un gran impacto positivo en su bienestar general. Sin embargo, por su diseño, implementación y uso, esas tecnologías conllevan el riesgo de replicar la discriminación por edad que existe en las sociedades y minar la calidad de la atención médica y social que recibe ese grupo poblacional.
Con el objetivo de reducir o eliminar ese peligro, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó este miércoles una serie de políticas que incluye medidas legales, no legales y técnicas englobadas en ocho puntos.
La OMS destacó la capacidad de la inteligencia artificial para predecir riesgos de salud, permitir el desarrollo de medicamentos y ayudar a personalizar la gestión de la atención sanitaria, entre otros.
Estereotipos y prejuicios
Pero, en contrapartida, advirtió que los datos que alimentan a estas tecnologías pueden no ser representativos de las personas mayores o estar sesgados por estereotipos, prejuicios o conceptos discriminatorios.
Alertó también de que las suposiciones erróneas sobre cómo desean vivir o interactuar con la tecnología las personas mayores en su vida diaria pueden limitar su diseño y alcance .
Además, la forma en que se utiliza la inteligencia artificial puede reducir el contacto intergeneracional o profundizar las barreras existentes para el acceso digital.
De acuerdo con la OMS, para garantizar que las tecnologías de inteligencia artificial tengan un impacto positivo en la vida de los ancianos, hace falta identificar y eliminar la discriminación por edad de su diseño, desarrollo, uso y evaluación.
Políticas en ocho puntos
Para ello, elaboró ocho puntos que buscan asegurar que la inteligencia artificial tome en cuenta la discriminación por edad y que las personas mayores participen en la concepción de los procesos, sistemas, tecnologías y servicios que les competen:
- Participación de las personas mayores en el diseño de la inteligencia artificial que usarán. Supone capacitación y oportunidades educativas para que intervengan en el proceso de diseño. Su inclusión no sólo debe basarse en la edad, sino que debe considerar elementos como el género, la etnia, la raza y sus capacidades. Los diseñadores y programadores deben estar entrenados para reconocer y evitar los factores discriminatorios
- Formación de equipos de proceso de datos con personas de distintas edades. Los grupos responsables de seleccionar, validar y aplicar los datos para el diseño y operación de las tecnologías deben incluir a personas mayores y ser diversos no sólo en sus criterios de edad, sino también en los demográficos
- Recopilación de datos que incluyan edad. Si las personas de edad están subrepresentadas en un conjunto de datos, el servicio que recibirá de la inteligencia artificial tendrá menor calidad con respecto al que obtendrán otros grupos de población mejor representados. Se deben fijar estándares que garanticen una recopilación de datos representativa de todos los colectivos
- Inversiones en infraestructura y alfabetización digital para personas mayores, sus proveedores de atención médica y sus cuidadores. Muchas veces las tecnologías de inteligencia artificial pueden tener un diseño adecuado para las personas mayores pero carecer de infraestructura apropiada, lo que puede contribuir a la idea discriminatoria de que las personas mayores no comulgan con las tecnologías digitales. Se debe garantizar que esos individuos entiendan el propósito de la inteligencia artificial y aprendan a usarla
- Derecho de las personas mayores a consentir u oponerse. Las personas deben tener la última palabra en decisiones críticas y ejercer su capacidad de elegir y dar su consentimiento respecto a cómo usar las tecnologías digitales. Por otro lado, éstas no deben sustituir la atención o tratamiento proporcionado por un profesional de la salud o cuidador
- Marcos de gobernanza y regulaciones para empoderar y trabajar con las personas mayores. Las regulaciones no deben recurrir a prácticas excluyentes y discriminatorias que podrían perjudicar el diseño de las tecnologías de inteligencia artificial. Se deben instaurar mecanismos para que los gobiernos, el sector privado y todos los actores implicados trabajen en conjunto con las personas mayores y aborden los temas de discriminación por edad
- Mayor investigación para comprender los nuevos usos de la inteligencia artificial y evitar sesgos. A medida que las personas mayores aumenten el uso de la inteligencia artificial se deben hacer más estudios para determinar si existe discriminación por edad, raza o sexo e identificar medidas para mitigarla o eliminarla
- Procesos de ética estrictos en el desarrollo y aplicación de la inteligencia artificial. Es necesario basar el desarrollo y la aplicación de la inteligencia artificial en una ética sólida que identifique los riesgos de discriminación por edad y que evalúe los efectos positivos y negativos de esa tecnología en las personas mayores