Sevilla, 16 de octubre de 2018. Fuente: www.rrhhdigital.com.
Los ojos son una de las partes del cuerpo más sensibles cuando se produce un accidente laboral. Así lo recuerda ASEPAL, la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual, con motivo del Día Mundial de la Visión que tiene lugar el 11 de octubre. En España, los traumas oculares suponen la tercera causa de ceguera, siendo el 23 % del total de estos traumas oculares de origen laboral. Por eso es preciso extremar las precauciones en esta zona del cuerpo y dotarse de los equipos necesarios para protegerla.
En concreto, los EPI (equipos de protección individual) tienen como finalidad minimizar los riesgos para la vista en el mundo laboral. Estos riesgos pueden ser mecánicos, químicos o incluso procedentes de radiaciones, de ahí la importancia de exponerse a cada uno teniendo en cuenta las especificaciones de cada equipo de protección individual. Según datos del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, en 2017 se registraron un total de 20.458 accidentes con baja durante la jornada laboral que afectaron a la zona de los ojos o de la cara en general.
«Los seres humanos tenemos una gran dependencia del sentido de la vista, esta es la razón básica por la que resulta fundamental protegerla frente a las agresiones externas. Los riesgos oculares varían según los puestos de trabajo y requieren distintas exigencias visuales, lo que obliga a que los EPI sean los adecuados para cuidar la salud visual y evitar accidentes laborales», señala Luis Gil, secretario general de ASEPAL.
Uno de los objetivos de ASEPAL en la celebración del Día Mundial de la Visión es ofrecernos una serie de pautas para poder seleccionar mejor los protectores destinados a preservar la salud de este importante órgano en el ámbito laboral. La peor secuela de un accidente ocular es que la lesión sea permanente e impida al trabajador continuar realizando su trabajo.
Recomendaciones básicas para una buena visión
1. Escoger la protección visual adecuada.
La empresa debe conocer los riesgos de cada puesto e indicar la protección necesaria para proteger a sus trabajadores. Una vez que tenemos acotado el tipo o tipos de riesgos frente a los cuales debemos protegernos, hemos de saber que existen distintos diseños de protectores oculares —gafas de montura universal, gafas de montura integral y pantallas— y que cada uno está destinado a proteger de ciertos riesgos, pero no de todos.
Por ello, debemos identificar el tipo de protector ocular que se requiere, por ejemplo, para proteger contra los riesgos derivados de un proceso de soldadura, de la exposición a la radiación láser o, si la naturaleza de los riesgos es química, para proteger de la radiación óptica o por riesgos mecánicos.
En este sentido, no solo debe cubrirse el tipo y nivel de riesgos evaluados, sino que se debe tener en consideración las necesidades y particularidades tanto del trabajador como de la tarea a realizar. Para conseguir una protección eficaz, además de seleccionar adecuadamente el protector ocular, debemos hacer hincapié en las actividades formativas e informativas destinadas a mejorar el conocimiento acerca del correcto uso de los EPI en los trabajadores.
2. Comodidad y compatibilidad a medida.
El EPI con mayor grado de protección será totalmente inútil si resulta ser tan incómodo para el trabajador que este no pueda utilizarlo. En este sentido, se deben considerar los elementos que faciliten la comodidad o adaptabilidad, como las patillas adaptables, monturas basculantes, etc., y también hay que tener en cuenta que en ocasiones los protectores oculares y faciales se usarán conjuntamente con otros EPI —como protectores respiratorios o auditivos— que podrían interferir en la correcta colocación y ajuste de los equipos.
3. Trabajar con la luz apropiada.
Está demostrado que trabajar con la luz adecuada y necesaria en el puesto de trabajo es imprescindible para un correcto rendimiento. Además, esto evitaría la fatiga visual y el posible accidente laboral que se derivara de ella.
4. Realizar pausas durante la jornada laboral.
Los trabajadores deben realizar pausas activas. Los especialistas recomiendan apartar la mirada de la pantalla durante 20 segundos cada 20 minutos y enfocar a una distancia de 6 metros. También es recomendable bajar el brillo de las pantallas, adoptar una postura correcta y parpadear con frecuencia para impedir la sequedad e irritación de los ojos. En estos descansos se pueden realizar ejercicios de relajación que ayudan a descansar la vista y fortalecer la zona muscular ocular.
5. Hábitos saludables.
Debemos recordar cuidar nuestra salud visual mediante revisiones periódicas, una correcta alimentación, realizando ejercicio físico de forma regular y disminuyendo el tiempo ante las pantallas digitales que usamos de forma diaria.
Una vez al año, los oftalmólogos aconsejan realizar una revisión ocular como medida preventiva y también para detectar posibles patologías que no manifiestan síntomas y que pueden ocasionar enfermedades más graves.
Posibilidades de adaptación del EPI al trabajador y el entorno
Los protectores oculares ofrecen características adicionales, las cuales se materializan en requisitos descritos en la normativa:
•Graduación: Los protectores oculares pueden estar graduados o no. Las personas que requieren de corrección visual pueden usar gafas protectoras de montura universal cuyas lentes estén graduadas y conserven las características protectoras normalizadas.
•Clase óptica: Clase 1, 2 y 3. La clase 1 es la mejor ópticamente, ya que admite desviaciones menores. La clase 3 permite mayores desviaciones y se recomienda usarla durante cortos períodos de tiempo.
•Resistencia al deterioro superficial por partículas finas. Marcado con símbolo K en las lentes.
•Resistencia al empañamiento. Marcado con símbolo N en las lentes.
En definitiva, conocer los riesgos que corre esta zona del cuerpo y la forma de prevenirlos son dos de las acciones de prevención en el entorno laboral más importantes, ya que la vista es el sentido principal a la hora de relacionarnos con el medio.
Por último, cabe insistir en que únicamente se utilicen los EPI que cumplan los requisitos establecidos en el RD 1407/1992, ya que, además de ser un requisito legal, es la única forma de asegurarnos de que se han realizado las pruebas y ensayos oportunos con el fin de comprobar que el EPI ofrece una protección sólida frente a los riesgos que declara.