Sevilla, 1 de febrero de 2021. Fuente: www.elespañol.com.
La caída de personas es la tercera causa de baja laboral en nuestro país por accidentes ocurridos durante la jornada de trabajo. En 2019, el 16,8% de los asalariados tuvieron que interrumpir su actividad por este motivo, según datos del ‘Informe anual de accidentes de trabajo en España’, elaborado por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST).
En concreto, algo más de 94.500 trabajadores sufrieron algún daño por desplomes a diferente altura. Solo los movimientos con o sin esfuerzo físico se sitúan por delante. Es en sectores como el de la construcción o el mantenimiento de infraestructuras donde el trabajador está más expuesto a este tipo accidentes, sobre todo en tareas de mantenimiento y reparación.
Para reducir los riesgos, el Laboratorio de Robótica, Visión y Control (GRVC), de la Universidad de Sevilla, lleva más de un año trabajando en AERIAL-CORE. El objetivo de este proyecto es desarrollar las tecnologías necesarias para que un sistema de drones sea capaz de inspeccionar y manipular grandes instalaciones de forma semiautónoma. “El robot aéreo no solo tiene que tomar datos e imágenes, también debe ser capaz de manipular las instalaciones y realizar reparaciones”, aclara el coordinador el proyecto y director del GRVC, Aníbal Ollero, en conversión con D+I.
Para sacarlo adelante, en 2019 esta propuesta obtuvo 8,6 millones de euros del programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea. La subvención más alta dentro de la categoría de robótica aérea. “Uno de los requerimientos era que parte de las tecnologías que se investigan se pongan en funcionamiento en colaboración con empresas que las lleven al mercado”.
Otra condición era que contara con la participación de un usuario final. En este caso, Endesa. “El sector eléctrico cumple dos características importantes para nuestra investigación: sus líneas se tienen que inspeccionar y mantener y, además, muchos de sus kilómetros se encuentran fuera de la línea de vista”, detalla Ollero. Durante el primer año se han realizado los primeros experimentos, incluso en contacto físico con líneas en tensión de 15 kV.
Aislar el cableado o colocar salvapájaros son parte de los trabajos que realizan los operarios en altura. Bien subiéndose a las torres, bien descolgándose desde helicópteros tripulados. “Los reflectores de luz, o salvapájaros, hay que instalarlos cada pocos metros para evitar que las aves colisionen. Y hay que hacerlo sin interrumpir el servicio y manteniendo la tensión, con los riesgos que esto implica”, expone Ollero como ejemplo.
En este punto surge la sempiterna cuestión: ¿Estos drones sustituirán a las personas? “Hay trabajos que son extremadamente complejos desde el punto de vista de la manipulación. Se trata de que el robot colabore llevando, por ejemplo, las herramientas que el operario necesita cuando está subido en una torre. También mejorando su seguridad al evitar aquello que implica más peligro”, reconoce el coordinador del proyecto. “Siempre tiene que haber un piloto de respaldo para solventar cualquier imprevisto, pero la pretensión es que sea lo más automático posible”.
Detrás de AERIAL-CORE hay un consorcio formado por 15 socios de nueve países –incluidas universidades y centros tecnológicos–, y cinco empresas innovadoras. La representación española no se limita al GRVC, responsable de la manipulación aérea y el desarrollo de las aeronaves híbridas; y a Endesa, que participa con sus instalaciones.
El Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales FADA-CATEC se encarga de la integración de la tecnología y aporta el centro de pruebas Atlas, en Jaén. En este espacio aéreo segregado, con una superficie de 1.000 km2 y 5.000 pies de altura, hay líneas eléctricas de alta y media tensión de Endesa donde ya se están realizando los primeros vuelos.
Por su parte, la empresa Vertical Engineering Solutions (VES) se ocupa de la fabricación de los manipuladores aéreos robóticos. Serán los que usen los drones para efectuar las reparaciones, entre otras tareas. Junto a esta compañía hay cuatro más, de diferentes países europeos, que se encargan de producir el resto de tecnologías, como los sensores o las aeronaves capaces de volar a larga distancia.
Para Ollero, que recibió en 2019 el Premio Rei Jaume I en el área de Nuevas Tecnologías, este es el quinto proyecto europeo de robótica aérea que coordina. El primero fue en 2002. Antes de finalizar la conversación, adelanta a D+I que es probable que parte de las tecnologías que están investigando estén disponibles para su comercialización antes de la fecha de finalización del proyecto: noviembre de 2023.
“Endesa está muy interesada en algunas de ellas y quiere contribuir a su desarrollo con esfuerzos adicionales”, afirma el investigador. “Se estima que estos drones podrán llegar a reducir los costes de mantenimiento en más de 10.000 millones cada año”. El resultado de esta investigación podrá aplicarse a otros campos, como las grandes infraestructuras con instalaciones de puentes, viaductos y túneles; y el industrial con sus tubos de ventilación.