18 de noviembre de 2019.
Artículo del Presidente de CEA. Andalucía Inmobiliaria nº 148.
Andalucía es tierra milenaria donde a lo largo de su historia han convivido pueblos de distintas culturas, razas y religiones. Quizás por eso llevemos en el ADN la búsqueda del acuerdo, la convivencia pacífica, la tolerancia.
En la actualidad, nuestra Comunidad también necesita abrir espacios para el consenso, a fin de favorecer sus reformas y diseñar una nueva realidad ligada al progreso, al desarrollo económico y a la defensa de un modelo de vida solidaria, pero también comprometida con la cultura del esfuerzo, la innovación y la competitividad.
Para ello, debemos asumir la cultura de la innovación, puesto que es la clave esencial de nuestro sistema productivo. Una Innovación que se debe escribir con mayúsculas para que se interiorice adecuadamente cuando se lea, y para que se perciba que tiene su espacio propio y una extraordinaria y transversal dimensión.
Porque sobre la Innovación hay conceptos y definiciones diversos y de muchos tipos: empresarial, económica, social educativa, de procesos, etc. Pero es sobre todo, una actitud, con la que se trata de buscar la excelencia en lo que hace, a través de la mejor propuesta de valor que se sea capaz de formular y ejecutar.
Hoy, la Innovación se estudia analizando los productos, los procesos, el marketing y la organización y, si bien las empresas andaluzas se encuentran en una buena situación general, las pequeñas tienen más dificultades para competir en productos y procesos por la necesidad de tener un mayor tamaño.
En este sentido, hay que recordar que las empresas y los empresarios tenemos que dar una respuesta a la necesidad de renovar nuestra capacidad competitiva a través de lo que denomino, las tres “D”: Densidad; Dimensión y Diversificación, para resolver las carencias que aún persisten.
En esta línea, y a título de ejemplo, pongamos el caso de las start-ups, que quizá reúnan en su condición la definición más clásica de empresa, aunque se las sitúe en el marco general del emprendimiento. Y es que las start-ups son en realidad empresas emergentes apoyadas en la tecnología que tratan de poner en marcha empresarios y personas imbuidas de espíritu empresarial.
Empresas que caminan hacia un lugar desconocido con una actitud esforzada y llena de riesgos, por lo que “Andalucía debe ser territorio start-up”, porque a través de su espíritu podremos conectar a los más jóvenes con la realidad del cambio cultural que representa la Empresa.
Animarlos a que, con su talento, también contribuyan a poner las bases de esta sociedad empresarial y emprendedora, que debe apoyarlos y reconocerlos. Ocupan un lugar muy importante en esta nueva agenda social de la Innovación, junto con las aportaciones consolidadas de las universidades y la empresas tecnológicas, entre otras.
En esta línea y coincidiendo con el aniversario de Andalucía Inmobiliaria, se cumple un año desde que CEA asumió la apuesta de liderar en Andalucía la transformación de las empresas hacia el horizonte de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Y que más que una apuesta es un compromiso firme, surgido sobre una vocación: la del liderazgo social de las empresas andaluzas para vertebrar la sociedad, en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Estos Objetivos, conocidos como ODS, han sido y están siendo suscritos en todo el mundo por empresas e instituciones para hacer frente a los grandes retos globales. La Innovación está presente en los ODS en general y particularmente en el número noveno, que se titula “Innovación, Industria e Infraestructuras”.
Desde este compromiso con el desarrollo sostenible, es ahora el momento de llevar a cabo el cambio cultural que necesitamos, la consideración de la función social de la empresa, el impulso a su capacidad innovadora y nuestra transformación en una sociedad más avanzada y competitiva. Que debe estar capacitada para hacer frente a esta revolución tecnológica y digital sin precedentes en la que estamos inmersos y en el que la INNOVACIÓN se tiene que escribir con mayúsculas.
Javier González de Lara y Sarria.