7 de octubre de 2020.
En estos últimos años hemos estado viviendo un momento de indudable y creciente visibilidad del papel de la mujer en distintos ámbitos social, político y económico. Entre ellos, destaca el paradigma de la mujer empresaria, que deja su impronta en las más diversas actividades productivas, más allá de las que en otros tiempos se consideraban como propias de la condición femenina y que suponía una equivocada parcelación de la realidad empresarial.
Las empresas están totalmente comprometidas con la evolución de la sociedad y son protagonistas en la incorporación natural de la mujer en condiciones de igualdad de oportunidades. En esta línea es fundamental destacar el papel de la mujer empresaria, con una mayor participación para alcanzar una representatividad adecuada.
La incorporación cada vez mayor de la mujer a la actividad empresarial es una gran noticia no solo por el hecho del acercamiento en el ámbito de la igualdad, sino porque cuantas más mujeres asumen el reto de ser empresaria, mayor es el impulso que se da también a la actividad productiva y al desarrollo económico y social.
La asunción por parte de la mujer del reto que supone crear y dirigir una empresa, es también un factor de competitividad empresarial a tener muy en cuenta. La capacidad de transformación de la sociedad que tienen las empresas, requiere de la participación activa de todos sin distinción, para trabajar por un futuro mejor y más competitivo.
Este proceso se ha de traducir en la constitución de equipos profesionales basados en el mérito, en el talento y en la capacidad personal de innovación, en el que tanto hombres como mujeres deben compartir liderazgo en la toma de decisiones en el marco profesional y empresarial.
Asimismo, hay que facilitar el incremento y la base social de las mujeres empresarias como elemento de desarrollo y crecimiento económico porque también cumplen la regla de oro de la prosperidad. Es decir, más empresarias, más empresas, más empleo, más bienestar social. Por lo que convendría estimular aún más la incorporación de la mujer a la actividad empresarial.
Para ello sería útil proporcionar una educación igualitaria en cuanto al espíritu emprendedor y la vocación empresarial, para que mujeres y hombres desarrollen su capacidad innovadora en igual medida. Así como potenciar el cambio cultural para que nadie tenga que optar entre su vida empresarial, y la conciliación adecuada de su vida personal.
Por otra parte, si hablamos de empresarias es evidente que hay que hablar de las organizaciones que siguen impulsando esta imprescindible opción empresarial. En estos últimos meses tan difíciles para todos como consecuencia de esta gravísima pandemia, que no solo ha supuesto un problema de salud desconocido en la historia reciente, sino que también ha afectado de manera muy negativa a la actividad empresarial y está poniendo en peligro la viabilidad de algunos sectores productivos en toda su extensión, se ha comprobado el valor de las organizaciones empresariales en toda su dimensión.
En este contexto se ha hecho muy evidente la importancia y el papel que representan dichas organizaciones en la actividad económica y empresarial, repercutiendo también en el conjunto de la sociedad. Su cometido ha sido y es esencial.
Por ello también es fundamental que las mujeres empresarias se agrupen y se organicen en patronales específicas, con independencia de su pertenencia a otras organizaciones sectoriales y territoriales. Con ello no se resta, todo lo contrario, se suma y se contribuye a esa necesaria ampliación de la base empresarial de las mujeres para lograr una igualdad efectiva.
Por tales razones, quiero felicitar a las mujeres empresarias andaluzas, porque este año celebran el vigésimo aniversario de su constitución como patronal. Una organización miembro de pleno derecho de CEA, la Federación Andaluza de Mujeres Empresarias (FAME), con la que la organización empresarial andaluza suscribió hace varios años un relevante acuerdo de colaboración con el fin de poner en marcha iniciativas conjuntas para promover el fortalecimiento del tejido empresarial femenino andaluz y las políticas de igualdad de género.
Un acuerdo que, en gran parte, ha supuesto dar formalidad por escrito a lo que de hecho ha sido una integración y una colaboración constante entre ambas organizaciones. Porque CEA y FAME, así como las personas que la representan, llevan caminando juntas durante mucho tiempo y comparten objetivos, intereses y anhelos comunes.
Esta estrecha colaboración pone de manifiesto las cualidades principales de las organizaciones empresariales: compromiso, unidad, diálogo y defensa de la iniciativa privada en libertad, como garantía del desarrollo económico y social. También de la igualdad. Porque la igualdad de oportunidades y de capacidad de elección no se impone, sino que es fruto maduro del ejercicio responsable de la libertad.
En definitiva, como ya dijo Ban Ki-moon, ex secretario general de la ONU, “la igualdad hacia la mujer es progreso para todos”.
Javier González de lara y Sarria
Presidente de CEA.
Agenda de la Empresa. Artículo. La igualdad, compromiso común de las empresas