5 de octubre de 2018.
Artículo del Presidente de CEA publicado en la Agenda de la Empresa Nº 238.
“Estoy convencido de que una sociedad que fomente la innovación útil y práctica de la IA podrá enfrentarse a los retos que tiene la agenda actual en materia económica y social”
Hace menos de un año, en noviembre de 2017, el recientemente fallecido Stephen Hawking se refería a la Inteligencia Artificial -IA- de esta manera: “Creo que podemos crear IA para el bien del mundo. Que puede funcionar en armonía con nosotros. Simplemente necesitamos ser conscientes de los peligros, identificarlos, aplicar la mejor actuación posible y prepararnos para sus consecuencias con bastante antelación».
La cita se produjo en la inauguración de la Web Summit 2017 celebrada en Lisboa. En el magnífico recinto Altice Arena de la capital portuguesa, Hawking intervino a distancia con su ya conocida prudencia y escepticismo en relación a la IA, eso sí, queriendo no obstante dejar un mensaje “optimista” sobre la evolución futura de la tecnología.
A nadie se nos escapa que estamos ante una de las disyuntivas más importantes de un futuro que es una ya realidad presente y que avanza a marchas forzadas. Y tampoco se nos escapa que los debates a los que debemos hacer frente como este de la IA se encuentran en una línea paralela, pero muy alejada de la agenda cotidiana. Una agenda que atiende lo urgente y que no se centra en lo importante, por tomar la vieja cita sobre organización.
Evolución natural
Si miramos por encima, vemos que la IA está prácticamente presente en muchas partes y de modo bastante normal, menos “disruptivo” de lo que pensamos para nuestra vida aunque con consecuencias todavía por determinar.
Por ejemplo, en pocos años, hemos visto con toda la naturalidad del mundo la evolución, o revolución, de los drones para todo tipo de usos y sectores: el transporte, el automovilístico, el agroalimentario, el turismo y por supuesto la publicidad y comunicación. Y sin embargo, los drones tienen también otros usos – fundamentalmente en materia de seguridad- que en las manos equivocadas se pueden convertir en un instrumento muy peligroso.
Pero vayamos adelante con este ejemplo a otros aún más cercanos y todavía indefinidos, como los robots, sobre los que hay un extraordinario debate en el mundo desde dos ámbitos imprescindibles: el laboral y el fiscal.
Todos conocemos esa controversia en el que se discute cual será el impacto de los robots en el mercado de trabajo y cuales serán sus efectos en el empleo. Un debate que, de momento, fija la posición de las empresas en un sólo campo porque da por hecho que la productividad de las máquinas inteligentes transformarán la actividad destruyendo el empleo. Y por tanto, iremos a una sociedad nueva en la que necesitaremos nuevas coberturas sociales para hacer frente a esta revolución tecnológica.
De otro lado, tenemos el debate fiscal: ¿qué es un robot?, primero, y ¿qué impuestos debe pagar?, en consecuencia. Un robot no solo es la figura que nos imaginamos de las películas de ciencia ficción y ¿acaso no también son robots las máquinas de las plantas de automóviles, o las máquinas de los cajeros automáticos? ¿Dónde está la consideración? Y cuando se fije, si es que se hace, ¿se va a armonizar un sistema fiscal para que no haya brechas significativas entre países, por ejemplo de la zona euro?
Cumplir con las agendas
Estoy convencido de que una sociedad que fomente la innovación útil y práctica de la IA podrá enfrentarse a los retos que tiene la agenda actual en materia económica y social. Estos retos, corresponden en su mayoría al programa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, aprobados por Naciones Unidas a través de la Agenda 2030.
Unos objetivos que CEA siempre ha estado dispuesta a apoyar y dar a conocer al sector privado, trazando alianzas de diferente índole con diferentes actores, y trabajando con instituciones públicas y privadas para impulsarlo. Porque somos conscientes que los ODS, tal y como están configurados hoy día, son una gran oportunidad para las empresas.
La IA solo debe ir desarrollándose de forma tal que mejore las condiciones de vida de todos a través de una sociedad más productiva y más integradora. La innovación debe centrarse en facilitar nuevas actividades y nuevos empleos en ese inevitable proceso de mejora tecnológica. Y eso es lo importante, porque como advirtió el científico británico Stephen Hawking, todo dependerá del uso, bueno o malo, que se haga, y se esté haciendo ya, de la tecnología.
Javier González de Lara y Sarria, Presidente de CEA.