25 de noviembre de 2018.
- Artículo del Presidente de CEA publicado en Andalucía Económica. Especial Barómetro Empresarial. Noviembre 2018.
Tras cuatro años de crecimiento sostenido e intenso, coronado los dos últimos por avances superiores al tres por ciento, la economía andaluza en línea con la española, moderará su ritmo a final de este ejercicio y para 2019.
No es ningún secreto, y no lo era con anterioridad, que entramos en una fase más “madura” del ciclo económico debido a la desaparición anunciada de los impulsos externos. Especialmente, de unos tipos de interés que se van a encarecer con suavidad tras la desaparición de los “estímulos financieros” que el Banco Central Europeo ha mantenido estos años atrás -denominados QE-, y de unos precios energéticos que se van a estabilizar en término relativamente altos.
A estas condiciones generalistas, que afectan en primer término a la Unión Europea, se le suman un menor dinamismo de nuestras exportaciones, debido al deterioro del comercio internacional; una ligera desaceleración de la demanda interna, por la caída del consumo de las familias y un relativo descenso del turismo, teniendo en cuenta que hemos venido de máximos históricos durante varios años.
En consecuencia, la creación de empleo se acompasa a esta situación. La EPA conocida a finales de octubre se situó en una tasa de paro del 22,85 % y las previsiones para 2019, presentadas recientemente por la Universidad Loyola en CEA, estiman que el aumento global del número de ocupados se situará en línea con la economía española, en el entorno del 1,6 por ciento.
Sin embargo, sigue siendo muy preocupante que la brecha entre el paro andaluz y el paro del conjunto del Estado se mantenga en torno a ocho puntos porcentuales y que nadie lo dude: es el indicador que más nos preocupa. (Andalucía 22,85 y España 14,55)
Lo es, porque refleja la necesidad de contar con más empresas, de mayor tamaño, activando el potencial y la capacidad latentes de la economía andaluza, siempre proclive a ello por sus fundamentos competitivos. Que además, tienen un innegable margen de mejora y equiparación a otras comunidades en materia administrativa y de inversión pública productiva.
Si bien este análisis macroeconómico es objetivamente plausible, no lo es menos que está condicionado por el escenario político. Y ahí, no podemos desligar lo que sucederá en Andalucía tras las elecciones que se celebrarán en los próximos días, del devenir de la política nacional con la aplicación de unos PGE poco sensibles con la empresa, la creación de empleo y la conjunción de las elecciones municipales -amén de europeas y algunas autonómicas más- en el transcurso del año.
Descontar del escenario económico lo que puede, o no, suceder en el político es más complejo que nunca. Con un alto grado de incertidumbre en el exterior y una cierta previsibilidad en el interior.
Acompasar las políticas económicas y sociales a la evolución de las economías debería ser consustancial a la gobernanza pública porque estarían continuamente asegurando la estabilidad de la que tanto hablamos y a la que tanto se apela desde las mismas instancias políticas.
Los fundamentos macroeconómicos para 2019 reflejan una moderación del crecimiento económico y el empleo ya previstos con antelación. Constreñir el vigor relativo de nuestra economía con políticas claramente erróneas, es un riesgo que tendría graves consecuencias sobre nuestro desarrollo económico.
Javier González de Lara y Sarria, Presidente de CEA.